Silencios que matan.
Vivir con
el recuerdo de unas manos que tocaron impunemente tu cuerpo debe ser una
experiencia difícil de sobrellevar. Cerrar tus ojos y ver el rostro infame del
victimario, mientras anhelas en silencio que todo sea una pesadilla, suplicando
que ese oscuro momento termine, para sumergirte en la ducha y con el agua fría, intentar limpiar las huellas imborrables de aquel monstruo.
Hoy quiero
hablar en nombre de todas las niñas y niños que sufren diariamente abuso sexual
en mi territorio y en todo el mundo, levantar mi voz por ellos. El
abuso sexual infantil no solo se ha vuelto un fenómeno social imparable, sino
también algo cotidiano y común en la sociedad actual. Según el Instituto
Colombiano de Bienestar Familiar, en Colombia se registran 23 casos de abuso
infantil diariamente, lo que equivale a cerca de 8 mil quinientos niños y
adolescentes víctimas al año. El mundo se convierte en un infierno sin
escapatoria y los niños son almas en pena.
Independientemente
de la clase social, la religión de la familia o cualquier otro factor que
pudiera prevenir esta situación, muchos niños no pueden evitar caer en manos de
estos depredadores. Por lo general, los
abusadores suelen ser personas cercanas a las víctimas: amigos, vecinos e
incluso familiares estrechamente relacionados con ellas. Entonces, surge la
pregunta ¿cómo es posible que un ser humano quiera dañar de tal manera a un niño, a una niña cuyo único
"pecado" es existir? Me parece indignante y sobre todo aterrador. Las
secuelas que este crimen deja en los niños pueden llevar incluso al intento de
suicidio; investigaciones del Centro Nacional de Biotecnología e Información de
Estados Unidos (NIH) revelan que el riesgo de intento de suicidio en jóvenes es
8 veces mayor cuando han sido abusados sexualmente en la infancia.
Además, se
supone que la familia debería ser un espacio de cuidado y protección; sin
embargo, estudios realizados en Costa Rica, México y Colombia muestran que el
mayor porcentaje de abuso sexual en niñas ocurre dentro de la familia. ¿Desde
cuándo la familia se ha vuelto una amenaza? Parece que siempre lo ha sido.
Resulta difícil y a la vez triste tratar de comprender cómo un lugar que se supone es un refugio y amparo puede convertirse en un ambiente de peligro y amenaza para los niños. Muchas veces, incluso la familia es cómplice de las atrocidades cometidas contra ellos. Por ejemplo, al enterarse de un abuso sexual, algunas familias deciden ocultarlo para proteger su reputación o evitar rumores. Sin embargo, considero que un abuso sexual no se puede silenciar, ¡debe denunciarse! De lo contrario, estamos contribuyendo a la propagación de este detestable crimen en nuestra sociedad y permitiendo que los perpetradores sigan libres, ignorando el sufrimiento de las víctimas.
Si alguna vez fuiste
víctima de abuso, no te sientas culpable; no lo eres, solo estás tratando de existir en un
mundo cruel, injusto con quienes deberían ser los más protegidos.
Es crucial que las autoridades aborden el abuso sexual infantil no solo en mi municipio, sino en toda Colombia, con mayor disponibilidad y atención. ¿Cuántos casos aún no se han resuelto? Muchos. Tenemos temor de denunciar por miedo a las repercusiones, así que esperamos eficiencia y protección en estos casos. Como este delito trae consigo muchas secuelas para las víctimas, es esencial tener en cuenta un acompañamiento integral debido a los daños físicos y psicológicos a corto y largo plazo que el abuso sexual acarrea.
En el año
2023, durante el primer foro de políticas públicas con candidatos
a la alcaldía de Samaniego, el entonces candidato, ahora alcalde, abordó con sensibilidad el tema del abuso sexual infantil. Destacó que muchos
casos en el municipio permanecen en silencio por temor a la exposición púbica, subrayando la importancia de la confidencialidad para evitar revictimizar. Propuso la asignación de recursos para contratar profesionales capacitados y comprometidos
abiertamente con la escucha y el seguimiento institucional de estos casos.
En
Samaniego, desde el año pasado, se ha implementado una ruta de atención de
violencias basadas en género que establece los procedimientos para la asistencia y
denuncia. Este es un primer paso crucial para evitar que, así como ocurre con las
mujeres, los niños y adolescentes contemos también con mecanismos pedagógicos
de atención y denuncia, en especial en los establecimientos educativos que deben ser un lugar seguro para denunciar. Es imperativo por tanto, que todas las buenas
intenciones en favor de nuestra niñez, se ejecuten efectivamente.
La sociedad
adulta está acostumbrada a actuar según sus caprichos, pero los niños debemos ser
respetados. Nosotros somos el futuro.
Hola, me llamo Marlen. Gracias por leerme. He escrito este artículo de opinión como una denuncia juvenil contra el abuso sexual infantil. Si te ha gustado puedes compartirlo, dejar un comentario en el blog o seguirnos.
Muy triste que las autoridades no hagan nada a favor de la niñez
ResponderEliminarEs esperanzador leer a una juventud instruida que se ocupa de temas tan importantes para nuestro pueblo. Felicitaciones por su liderazgo. Estos espacios deben apoyarse y fortalecerse siempre, por el bien de nuestra juventud que cada día se pierde en pasatiempos que en nada les ayudan a crecer.
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