Cuando Samaniego perdió su calma
Margot, una amiga de mi padre, cuenta que por aquella época su hijo tenía cuatro años de edad y su esposo era joven, él tenía un vínculo muy especial con el niño.
El
día de la incursión el esposo de Margot pedía un turno para ser atendido en la
peluquería que quedaba a pocos metros de la estación de policía, estaba
acompañado por una niña que era familiar cercana. Una vez pedido el turno salió
de la mano con la niña a caminar por la calle entre la estación de policía y el
parque Sol andino, por aquella época dicha calle no permanecía bloqueada.
Cuando
el hombre y la niña pasaban muy cerca de la estación, empezó el tiroteo que
acabó con la calma típica del pueblo; el esposo de Margot corrió con la niña
hacia la parte lateral del templo parroquial, buscando un lugar para ponerse a salvo, fue ahí cuando una bala
impacto su pierna destruyéndole una arteria.
Durante
más de media hora se escucharon disparos y detonaciones que sacudían el casco
urbano; finalmente el grupo armado ilegal se tomó la estación de
policía y aterrorizó a los trabajadores de la alcaldía porque buscaban
policías para llevarlos a la calle. En aquel tiempo un tío y un primo de mi
papá, laboraban allí; Oswaldo y Darío respectivamente; un subversivo
apuntó su arma contra Darío y le dijo:
-¡Vos sos policía!
-No, yo no soy
policía.
Negaba Darío,
temerosamente, porque no quería salir a la calle.
Cuando
el hombre armado estaba a punto de dispararle, Oswaldo se interpuso y también
asustado, exclamo:
- Él no es policía, es mi
sobrino que trabaja en bodega.
Milagrosamente
convenció al guerrillero de que Darío era su familiar y que trabajaba en una
oficina de la alcaldía.
Después,
cuando los disparos no se escuchaban más, unos civiles y mi tía Adriana observaban
a la distancia que varios policías estaban sometidos de rodillas por varios
hombres; algunas personas del barrio se
acercaron un poco para interceder por la vida de aquellos uniformados y
terminaron siendo insultadas y amenazadas con las armas de fuego. Mi tía, desde
la ventana de un segundo piso y a una cuadra de distancia, vio como los
policías fueron ultimados con tiros en la cabeza.
Luego,
cuando se normalizaba la situación, mi padre salió en busca de mi mamá que
había salido a realizar una diligencia en la alcaldía. En el trayecto, mi papá
vio que cuatro hombres transportaban un herido en una cobija, una pierna colgaba por
fuera de la camilla improvisada. Mis padres se encontraron en la avenida
Schumacher en el lugar de trabajo de mi tía Omaira, hermana de mi madre.
Pocos
años después, mi padre conoció a Margot, se hicieron amigos, ella le contó la
historia de su esposo; el hombre transportado en la cobija era su pareja, había
muerto desangrado. El niño de Margot padecía una enfermedad crónica cuando
ocurrieron los hechos, la pérdida del papá agravó su situación y pocos meses
después, también murió.
Antes
de los años 2000 Samaniego gozaba de mucha preferencia por los turistas en
época de verano, la gente trabajadora del municipio y la niñez podían estar
tranquilos en cualquier lugar del casco urbano y veredas cercanas. Poco a poco
la situación fue cambiando; la tensión del conflicto armado en Colombia llegó a
nuestra localidad y las tragedias cada vez se hicieron más frecuentes.
Samaniego llegó a ser titular, en varias ocasiones, de los noticieros
nacionales y hasta ahora seguimos padeciendo las consecuencias de décadas de malos
y corruptos gobiernos.
Hola, me llamo Eliana. Gracias por leerme. Si te gustó mi relato puedes compartirlo, dejar un comentario en el blog o seguirnos.
Que triste historia
ResponderEliminarEliana, este relato me hace recordar los dias del viento. En ese entonces aun el viento soplaba fuertemente en agosto, era el tiempo de las cometas en el aire, luego fue el mal tiempo y la guerra lo que hizo que en lugar de comentas , por el aire, se cruzaban las balas. Bueno leerte Eliana.
ResponderEliminarGeovanny Melo.
Hay mucha historia por contar sobre nuestro pasado. Felicito a la biblioteca por motivar a los jóvenes a interesarse mas por lo nuestro y escribir lo que piensan. A ver si así podemos entender mejor sis demandas.
ResponderEliminarTu relato entra en la literatura de la violencia. Se me pareció a la novela de Evelio Rosero los ejércitos.
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