Sangre de mi Waico & Primeros besos mojados.

Sangre de mi Waico



Por mis venas corre la esencia

herencia de nuestros ancestros

hoy miro al pasado

 y voy descubriendo quién soy en realidad.

 

Una historia cruel pero real

que impresiona y hace querer conocerla

conocer el por qué de mi acento

mis costumbres y tradiciones.

 

Samaniego: waico amado

territorio mágico

lleno de mujeres encantadoras

hijas del Sol  como Pacualí

hermosas e inteligentes

hacen parte de nuestra riqueza

y más lindo nuestro diario vivir.


Primeros besos mojados


    Te llevo tatuado en la mente, la manera cómo me mirabas, me agarrabas las manos, mi cintura... recuerdo aquella tarde, soleada, estábamos allí parados sobre un puentecito de madera, en la quebrada. (Te felicito por escoger un lugar tan bonito; ahora no existen chicos como tú, especiales, románticos). 

    –Hola, ¿Cómo amaneció la princesa? –Sonó ese día tu voz al teléfono, con ese tono coqueto que tanto me gustaba.

    –hoy no estoy de ánimo, –te contesté fríamente.

    –Vamos a Chimayoy, me dijeron unos amigos que es un lugar muy bonito y sé que te gusta mucho el campo.

    –Si claro, te espero en casa, me recoges; o mejor ¡vamos en bus! (no imaginé que te lo tomarías en enserio).

    –Está bien iré a tu casa, tomaremos la C14, esa va directo.

    Llegaste a mi casa, tocaste la puerta yo salí a recibirte. 

    –Hola, ¿ya estás lista?

    No sé cómo hiciste para llegar tan rápido si nuestras casas quedaban distantes y tu tenías que pasar primero a la tuya. “Qué extraño”, pensé.

    –Aún no estoy lista, dame un momento dije. Entré, me puse la chaqueta y salimos; caminamos pocas cuadras hasta el paradero. Sentía curiosidad por saber por qué querías ir tan lejos conmigo. Durante el viaje en bus no hubo palabras, estábamos en silencio; noté que estabas ansioso, yo también lo estaba. 

    Llegamos a Chimayoy y me llevaste al pequeño puente de madera.

    –¿Recuerdas este lugar? ¬me preguntaste con esa mirada pícara tan tuya.

    –Cómo no voy a recordarlo, aquí nos trajeron cuando estábamos en cuarto de primaria.

    –Ese año te conocí, me pareciste muy linda, ahora más; y agregaste rápidamente: “no aguanto más..., me gustas mucho, desde cuando estábamos en la escuela; y cada día te pones más bella, como una flor, me encanta cómo luce tu sonrisa y cómo brillan tus ojos cuando estás feliz. No sabía cómo decírtelo y escogí este lugar, corriendo el riesgo de que no aceptes venir y tuviera que idear otro plan para confesarte todo esto que siento.

    ¿Qué pasa, por qué no hablas?, ¿No sientes lo mismo?, no me dejes con el corazón esperando que para mi es fatal". 

    No sabía qué hacer ni que decir, me gustabas mucho, pero no que creía que estuvieras enamorado de mí. Tu coqueteabas con todo el colegio. 

    –Sí, también siento lo mismo, –agregué con voz delicada y temblorosa.

    Poco a poco nuestros rostros se fueron juntando, tus ojos brillaban, parecían dos luceros. Me agarraste las manos y nuestros labios se juntaron. Tu boca estaba fría a pesar del clima, sentía que el tiempo se detenía, mi corazón latía muy rápido y mi cuerpo temblaba. Pude notar que a ti te pasaba igual, sin embargo estábamos decididos a perder el miedo. Me abrazaste la cintura y nos dimos un largo, único y húmedo beso. En pleno beso el universo confabuló contra nosotros, el puente cedió y caímos al agua.

    Del romance pasamos a la risa, –jajaja, esto será inolvidable –dijiste con una carcajada que también fue perfecta, como la tarde.

    Parados en la quebrada y mojados nos volvimos a besar. Estábamos abrazados cuando preguntaste: “¿quieres ser mi novia?”, con mi voz sutil contesté "si mi amor, si quiero ser tu novia".

    Hola, me llamo Sarita. He escrito un poema inspirado en mi pueblo y la historia de un primer y mágico beso. Gracias por leerme. Si te gustaron puedes compartirlos, dejar un comentario en el blog o seguirnos.


Comentarios

Entradas populares