El ruido y el miedo.
Es domingo, diecisiete de febrero de dos mil ocho y de repente un ruido ensordecedor rompe el silencio del vecindario en "la frontera". Una bala disparada por un hombre sin escrúpulos, se estrella directamente en la cabeza de mi papá, Edison. Mi padre cae en seco contra el mueble de nuestra casa, seguido por una serie de disparos en distintas partes de su cuerpo. Uno de esos disparos atraviesa su mejilla, mientras otro perfora su brazo derecho. La sala se llena de horror y sangre. Mi madre Yenni, baja a toda prisa al escuchar el estruendo. Se encuentra con la espantosa visión de mi padre y no había rastro del culpable en ninguna parte. Al ver esta escena queda paralizada, sin poder reaccionar, viendo agonizar a su esposo.
El sábado, dieciséis de febrero, papá estaba en la cancha de vóley en "El Bonete" a la salida a Samaniego, como solía hacerlo en las tardes. Alrededor de las 4 de la tarde recibió una llamada inesperada, pero el lugar tenía problemas de señal que a menudo causaban interrupciones. Contestó la llamada con dificultades y entre los cortes, logró entender que era un hombre desconocido que pedía su ayuda. En ese momento, mi papá era concejal del municipio de Providencia y era bien conocido por su ayuda a la gente.
El hombre parecía amable y le explicó que necesitaba su ayuda para su hijo enfermo que estaba en el hospital en Pasto. Mi papá, con un corazón generoso, aceptó ayudar y acordaron encontrarse al día siguiente antes de las 9 de la mañana. El hombre agradeció y mi papá colgó para seguir con su partido. Cuando terminó el juego, papá regresó a casa, donde lo esperábamos mi mamá Yenni Romo; mis hermanos hijos de mamá, Sebastián y Camilo y yo que en ese entonces solo tenía siete meses.
Ahora es domingo y mi papá se levanta temprano para la cita, es una persona muy puntual. Se prepara mientras escucha música religiosa, algo que le gusta a mamá, que es muy devota. Mamá baja al primer piso a dejar la ropa sucia, y desde el segundo piso ve a un hombre acercándose a nuestra casa. Su paso se acelera y sin pensarlo, abre la puerta sin precaución. Papá escucha el golpe y no sospecha nada. Incluso el toque en la puerta suena educado.
El desconocido pregunta por papá. Mamá, sin pensar le dice que si está y va a la cocina para hacer café para los dos. Supone que este hombre es quien lo llamó antes. Mientras mamá está en la cocina, los dos se presentan. El hombre aparece bien arreglado, con una barba impecable y uñas cuidadas, lo que hace que papá dude de él. El hombre muestra cierto rechazo a entrar en la casa, pero mi papá insiste. Finalmente accede, aunque sigue mostrando recelo.
El desconocido le explica que necesita su ayuda porque su hijo está gravemente enfermo y necesita válvulas cardíacas costosas que se encuentran en Pasto. A pesar de su aspecto dudoso, el hombre parece sincero y necesitado. Papá, pensando en mí, su hija menor de un año, se conmueve y acepta ayudar en lo que pueda. Acuerdan reunirse el miércoles de la siguiente semana para discutir cómo puede colaborar.
El hombre le pide a papá que anote su número de teléfono con su nombre. Mi papá se da la vuelta para buscar su teléfono en la ventana. Aunque el ambiente está tenso, no pasa nada en ese momento, tal vez debido a la presencia de varias personas afuera de la casa que esperaban un carro rumbo a Providencia.
De repente, cuenta papá que yo comienzo a llorar en la otra habitación, y el hombre empieza a mostrarse más nervioso e incómodo. Mi padre nota esta actitud y un escalofrío le recorre. Se da cuenta de que algo no está bien. En su mente, se preguntaba cuál era el verdadero motivo de la presencia de ese hombre y una serie de ideas sombrías pasan por su cabeza, aumentando su angustia y haciendo el ambiente aún más pesado.
Papá se gira para mirar la hora en el reloj, dándole la espalda al hombre. "Son las 9 y 15", dice apresuradamente. Al voltearse para mirar al hombre se sorprende al ver que el tipo le apunta con un arma. El ruido y el miedo inundan la mañana, y papá cae gravemente herido en nuestra sala mientras el atacante huye confuso. Mamá baja corriendo, aterrorizada, ¡la escena es horrible! Pero, para asombro de todos, papá se levanta del sillón, pálido y descompuesto, luchando por mantenerse en pie. Trata de tranquilizar a mamá a pesar de su grave herida. "Mi negra, por favor, llama a alguien para que me ayuden", le ruega, a punto de desmayarse. Mamá corre en busca del teléfono, pero no hay señal para comunicarse con nadie. Grita a los vecinos pidiendo ayuda mientras papá lucha por su vida.
Por suerte, un vecino se acerca al escuchar lo sucedido y lo ayuda rápidamente. Mi padre pide que lo lleven al hospital. Con mucho esfuerzo, lo transportan hasta allí; debido a la gravedad de sus heridas es trasladado a Pasto. Mientras viajan, la Fiscalía le acompaña hasta la salida de Samaniego.
Después de varios días luchando por su vida, papá milagrosamente sobrevive al intento de asesinato. Según cuenta, fue un pequeño giro en la cabeza mientras miraba la hora lo que lo salvó.
Mi padre es un hombre valiente, trabajador y honrado que sobrevivió a un disparo en la cara. Dios y el amor por su familia lo mantienen con nosotros. Agradezco a la vida por este milagro.
Hola, me llamo Nikol. He escrito esta historia basada en hechos reales que fueron muy difíciles para la familia. Gracias por leerme. Si te gustó mi crónica puedes compartirla, dejar un comentario en el blog o seguirnos.
Escalofriante relato de la cruda realidad de un país violento pero que guarda la esperanza de un vivir mejor.
ResponderEliminarDoloroso
ResponderEliminarMilagro de la vida ..Gracias hija por tener la valentía de escribir esta historia...
ResponderEliminarEscribir nos pone en paz con el pasado y nos libera.
ResponderEliminarEs muy importante lo que están haciendo para nuestro pueblo y sus nuevas generaciones, que no se pare este proceso. Felicitaciones 👏🏻.