Hasta que la muerte los separe.
–¡Auxilio!... ¡Ayúdenme! –Grita Liliana desesperada, con la remota esperanza de ser escuchada. Sabe que nadie hay entre esas cinco casas de tabla que parecen sobrevivir olvidadas en la vereda, en medio de un pequeño bosque selvático y espesos cultivos de coca.
–Mija –dice Mauro desde el suelo con una voz débil. En su rostro moribundo se refleja su suplicio, acaba de pisar una mina y su pierna está destrozada. Liliana no lo escucha y sigue gritando.
–Mija –repite–, –ya no grites, no tiene caso. Está vez lo oye, se arrodilla a su lado inundada en llanto.
–Ya no grites, aquí no hay nadie, todos salieron huyendo–. Con un esfuerzo enorme Mauro logra agarrarle la mano, –¿sabes que te amo verdad?, te prometo que donde sea que vaya nunca te dejaré sola, siempre te cuidaré–. De sus ojos bajan dos lágrimas. Liliana intenta animarlo: "No, de esta salimos juntos, no me voy de aquí sin vos". En su atribulada cabeza no logra asimilar la realidad, en su corazón hay un torbellino de emociones, siente mucha impotencia y no deja de llorar. El cielo llora con ella.
–Mija, cuando mi Dianita nazca dile que la amo, mucho... como a ti. Háblale de mi y dile que me hubiera gustado ver su rostro. Perdóname todo, ahora tengo que dejarte, me llegó la hora, déjame aquí.
Liliana cae en cuenta que es el final, la realidad le golpea duro en el corazón, como un rayo. –Yo también te amo mi vida, nunca te olvidaré. Siempre le hablaré de ti a nuestra hija.
Esta fue su despedida. Nunca imaginaron que sería así, cumplidas están ahora las palabras del sacerdote, ya de eso hace quince años. Ya estuvieron juntos, la muerte ya los separó.
Hola, me llamo Sarita. Gracias por leerme. Este es el primer capítulo de una historia que iré compartiendo semana a semana. Si te gustó puedes compartirlo, dejar un comentario en el blog o seguirnos.
Doloroso y crudo pero impactante. Muy buen relato. Felicidades
ResponderEliminarEste relato es un reflejo de nuestra dura historia como campesinos abandonados por la injusticia social. Hemos vivido tiempos que esperamos nunca vuelvan. Duele la historia pero también da esperanza de ver como niñas con tu talento reflejan y elevan la voz por nuestro territorio. Muy bien Sarita, felicitaciones.
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