Encuentros inolvidables.

       


    Vuelvo a tener al chico frente a mí, puedo apreciar de manera casi exclusiva su coqueta sonrisa, sus facciones irresistibles, su estatura… un tipo bastante alto para su edad. Su piel es hermosa, morena, oscura, nunca pasa desapercibido. Me resulta muy fácil reconocerlo también en la calle, en medio de la multitud.

    Pasa y lo observo sentada a lo lejos. Tiene un aspecto de chico feliz, en especial cuando está acompañado de sus amigos. Me encanta lo fácil que se le da destacar, posee una personalidad magnética, de esa que te hace desear estar a su lado sin importar el por qué o para qué.  Un tipo calmado, tranquilo; aunque he escuchado que en los deportes es competitivo y suele usar estrategias extrañas para lograr su objetivo. Me enteré que usualmente le gusta hacer pensar a los demás que no es resuelto, sin embargo puede transformarse cuando algo le interesa, se que es un tipo exigente y terco, como los campeones; lo imagino sabio en sus palabras, como si estudiara cada frase, buscando coherencia con un tono pausado y su voz grave.

    Su andar despistado lo hace parecer una persona que no causa problema alguno, ni muy delgado ni muy gordo, dueño de una sonrisa que cautiva, amante apasionado del fútbol…

    A veces quisiera saber que sucede en su mente, con qué sueña, qué lo desvela, qué causa ese mágico brillo de sus ojos profundos. Imaginarme reflejada en ellos me provoca una indescriptible felicidad.

    Aún recuerdo cuando lo vi por primera vez, un bonito día entre semana. Era tarde y ambos coincidimos en la entrada al instituto. No lo conocía y sin embargo algo en él me dio confianza. Dadas las circunstancias pude hablarle con cierta normalidad, preguntarle por algún salón en especial, hablarle de lo ricas que son las empanadas de la tienda o algo así, no lo sé... pero no lo hice. Esperaba un momento perfecto,  único, como el.

    Desde ese día lo observo casi a diario, lo veo pasear por los pasillos del colegio junto a sus amigos, puedo apreciarlo mejor en la cafetería, a veces me pregunto durante horas ¿Cuál será el motivo de aquella sonrisa? Mientras termino el plato de papas fritas me pregunto si algún día se dará cuenta que lo observo diariamente.

    Ahora ya no importa, es mi último día en la institución… tal vez me anime a preguntarle si puede firmar mi camiseta, talvez así tendría más recuerdos bonitos de el en vacaciones, y aunque tal vez no lo haga, sé que volveremos a encontrarnos en el viejo portón de la entrada al comienzo del nuevo año, ojalá ese día haya encontrado  por la fin la excusa perfecta para verme por mucho tiempo reflejada en sus ojos.

        Hola, me llamo Heidy. Gracias por leerme. Si te gustó mi relato puedes compartirlo, dejar un comentario en el blog o seguirnos.

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