La furia de los fusiles


     Se que aunque aparentas mostrarte fría y que nada te importa, en el fondo estás llorando. La milicia te obligó a guardar los sentimientos en un baúl bajo muchas cadenas y candados; la furia de los fusiles no te ha dejado escuchar la música esencial para el alma: un te quiero, un te amo sincero; si estás acompañada te sientes sola, y las personas que considerabas tu familia reposan en los ríos, descuartizados o incinerados.

    A cada rato piensas: "esto nunca acabará, estás fregada"..., varías veces has pensado en escapar pero no puedes, ya que estás en medio de la selva. A los catorce años supiste lo que era pelear contra un jaguar, o el dolor de la mordida de una serpiente. Gracias a Dios estás viva. 

    Las primeras noches llorabas en silencio, pero nadie debía oírte, de lo contrario corrías el riesgo de escuchar por última vez el rugido de tu peor enemigo, ese artilugio del demonio que emite ese ensordecedor traqueteo del tas tas tas… y entonces partir al purgatorio de una buena vez. Imagino que en el fondo lo has deseado, y aunque crees que te harían un "favor" hace mucho has decidido callar y no darles gusto (eres muy valiente).

    Ya han pasado veinte años y te mantienes firme, obligada a cometer crímenes, pero ya no te importa, total ya estás condenada. Tal vez el de arriba te perdone o tal vez no. La única manera de saberlo es viajando a la luz perpetua, pues nada ha sido voluntad propia, tuviste que doblegarte y obedecer.

    Aunque se que éstas  palabras se las llevará el viento, quiero decirte: tranquila, algún día sentirás ese supuestamente hermoso sentimiento llamado amor.

Atentamente: la voz de tu conciencia.

        Hola, me llamo Sarita. Gracias por leerme. Si te gustó mi relato puedes compartirlo, dejar un comentario en el blog o seguirnos.


Comentarios

  1. La guerra acaba con la existencia en todos los sentidos. Escribes muy bien. Felicitaciones.

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