De niña tierna a joven problema
Juzgar es el pasatiempo favorito de muchas personas, a veces son crueles con sus comentarios, palabras hirientes vienen y van sin siquiera detenerse por un momento a preguntarse qué es lo que realmente le sucede a la persona que sin duda, suele resultar más fuerte de lo que creemos.
Laura era una chica de cara agraciada, con rasgos delicados y excelentes modales, en la actualidad se ha convertido para algunas personas, en un verdadero problema. Después de ser una niña tierna, de carita angelical, atenta y dedicada a sus estudios, ahora sufre el desprecio de su propia familia y de los vecinos, todo porque tomó la decisión de dejarse conducir por el camino de perdición, una vía que tiene principio, pero parece no tener fin. Todo comenzó cuando cursaba noveno grado, unas compañeras le ofrecieron probar marihuana, al parecer su mente y voluntad era débil y la encontraron vulnerable. No tuvo voluntad para negarse.
A sus diecinueve años la vida a Laura la ha golpeado duro, eso lo puedo asegurar; muchas veces fui testigo de sus infortunios, sucesos que la sumían en la más profunda tristeza, comenzando por el abandono de su madre que a los tres meses de nacida la dejó al cuidado de su abuela paterna. Su niñez y la agonía de no saber de su madre hasta el día de hoy siguen atormentando su existencia. Existen rumores y comentarios de que vive en Bogotá, pero solo eso, rumores. Tanta soledad ha marchitado su rostro, opacado su mirada; es como si su corazón se llenara de resentimiento cada día, llora desconsolada, reniega de su existencia, maldice a su progenitora, le desea lo peor.
Como las tragedias nunca ocurren solas, su padre, que debería ser el pilar de lo que queda de la familia, es un alcohólico y drogadicto, más de una vez ha sido conducido al calabozo por robar a su madre para drogarse, la ha golpeado repetidas veces, la trata de manera despreciable, exigiéndole dinero para drogarse. De todo esto Laura ha sido testigo, estos comportamientos descomedidos son suficientes para que su hija siga los mismos pasos.
Entonces ¿quiénes somos nosotros para condenarla?, ¿cómo juzgar a una chica a la que la vida le ha dado la espalda? Una niña que durante toda su vida ha carecido de amor, incomprendida, que no ha tenido quien la proteja de los peligros a los que una niña está expuesta. Su abuela trata de llenar ese vacío, pero ¿cómo llenar el vacío que deja una madre?, nada es suficiente para curar el desamor. ¿Será tal vez que Laura está pagando una condena?, ¿qué delito le está cobrando la vida?, ¿por qué una persona a tan corta edad ha desafiado y escapado de la muerte en repetidas ocasiones?, su vida es una cadena de errores.
Ahora tiene una relación sentimental con Diego, un chico de veintidós años, drogadicto y atracador; la calle ha sido el refugio de los dos durante varias noches, se han convertido en habituales residentes de los puentes; una madrugada escaparon de la muerte, la corriente del río estuvo a punto de llevarlos, los arrastró varios metros del acampado donde habían pasado la noche, refugiados de una tenaz tormenta, perdidos de la realidad a causa del vicio; la solidaridad de otros indigentes que estaban con ellos logró salvarlos, por fortuna y gracias a Dios no tuvieron un trágico final.
Tuvimos un encuentro y aproveché la oportunidad de hablar con ella y hacerle varias preguntas que me inquietaban. –¿Eres feliz? –lo que pasa es que es la única manera en que logro olvidar las penas, nadie me critica, puedo hacer lo que yo quiero, ¿a quién le importa?
–amiga, eres una mujer joven, bonita..., tienes una vida entera por delante, regresa a casa, tu abuela te extraña, sufre de pensar que algo malo pueda pasarte, dice que le gustaría volver a verte contenta, llevarte cogida del brazo rumbo al templo y comer la ensalada de frutas que tanto te gusta a la salida. Estoy segura que tú también extrañas eso–. Como si los recuerdos llegaran a su cabeza de manera violenta y sacudieran su alma, llora desconsolada, me abraza; verla tan frágil me quiebra y me hace llorar también. Nos abrazamos fuertemente, sus lágrimas mojan mi hombro, aprieta mis manos, me dice “nadie me quiere, a nadie le importo, esa mujer que me trajo al mundo me hubiera hecho un favor abortándome”.
Es triste verla en su soledad, odia su vida aunque diga que las drogas le ayudan a ser feliz, que la transportan a otro mundo donde puede hacer lo que quiere, donde nadie le critica. Trato de animarla, le digo que todos cometemos errores, pero a pesar de ellos siempre llegan nuevas oportunidades, que Dios nos trae a este mundo para cosas grandes y por nada hay que permitir que nuestros sueños se marchiten, que un mejor mundo nos espera a todos si dejamos atrás el pasado. Levanta su mirada al cielo, como si buscara allí una respuesta; pensativa contesta: “está bien amiga, te prometo que tendré en cuenta tus consejos”.
Días después de la entrevista me enteré que Laura se encontró con el padre Manuel, fue él quien la llevó de niña al coro del templo. Me cuenta el padre que hablaron mucho, que está enterado de la situación; saberlo me conmueve y me alegra, espero logren comunicarse de manera frecuente. Estoy segura de que él es un ángel que Dios puso en su camino para ayudarle a enderezar su rumbo.
Hola, me llamo Sarita. Gracias por leerme. Si te gustó mi relato puedes compartirlo, dejar un comentario en el blog o seguirnos.
Muy bueno su relato esperiencia de mucha niñas y niños abandonados y rechazados por la sociedad . ojalá un día les llegue una luz de Esperanza
ResponderEliminar