Mi otra yo
Era una mujer esbelta que me inspiraba calma, la conocí de una manera tan desesperada que no hubo tiempo para hablarle. Sólo recuerdo que estaba abstraída en su belleza. Cuando entré la muchedumbre se desvaneció y desapareció.
Desde que la conocí mi vida se ha vuelto paralela a lo normal. Sentía que ella tenía algo que nos permitiría entendernos, algo que como mujeres nos unía y esto excitaba cada vez más mi curiosidad.
Un día normal mientras me dirigía a la iglesia me encontré con ella, no podía creerlo, no sabía que hacer, hasta que por fin se me ocurrió una idea: fingí tropezar a su paso y el accidente salió tal como lo esperaba.
Poco a poco nos fuimos conociendo e identificando. Me sentía feliz al lado de ella, al parecer era el único ser en este mundo que entendía mi dolor.
Nos consolábamos por lo que nos había pasado y cada vez nos acercábamos más, pues ella al igual que yo había sido sometida a lo peor que le puede pasar a una mujer.
Meses después sentía que mi vida había mejorado por completo. Fue un comenzar de nuevo. Mejoré mi salud mental y mi perfil físico, y poco a poco iba olvidando aquel trágico suceso, pues su sola presencia me mejoraba el día.
Había llegado con el fin de reencontrarse conmigo, transformar mi vida y principalmente, para ayudarme a superar aquel funesto día.
Es ella quien me inspira y me motiva a seguir y se que tarde o temprano volveré a ser la chica llena de alegría y vida que un día fui.
Con el tiempo fui entendiendo que aquella mujer hermosa, esbelta y pacífica era mi yo interior que con esfuerzo pude distinguir entre tantos problemas y dificultades.
Reencontrarme de nuevo con ella ha sido como volver a comenzar.
Hola, me llamo Marlen. Gracias por leerme. Si te gustó mi relato puedes compartirlo, dejar un comentario en el blog o seguirnos.
Una muy bonita metáfora acerca del amor propio.
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